José Ballesteros, y antes su padre Tomás, después del amasijo, cargaban un caballo con unos sacos y se iba hasta Tahivilla, donde lo vendían. Por último, ya sin animal, era típico ver a José esperando una “combinación” para trasladarse con su saco hasta el pueblo cercano.
Ademas de buen pan fabricaba tortas, bollos o mantecados también artesanalmente, que estaban riquísimas, “tortas cardas”, con unos “pellizquitos” que elevaban la masa, con sabor a matalahúva, para chuparse los dedos. También las batatas asadas en el rescoldo del horno era un manjar exquisito en aquellos tiempos.
    
Cuando José Ballesteros se jubiló, el vecino de Tahivilla Francisco Castro Salvatierra, hombre sensible y de exquisita cultura popular le dedicó un poema, dice así;

Es Ballesteros Trujillo
de profesión panadero
trabajador y sencillo
con nombre de carpintero,
y lleva cincuenta años
sirviendo a los tahivilleros
De puerta en puerta el poblado
recorría repartiendo
tortas de aceite y azúcar,
pan caliente rico y bueno;
Sus bollos y mantecados
tenían sabor a cielo
y aunque pasaran los meses
nunca pedía el dinero.
Hoy porque te has jubilado,
nos dejas, gran caballero;
Que te vaya bien, amigo,
que sigas bien Ballesteros.
Te sirvan como homenaje
estas letras y estos versos
y ten la seguridad

CONTIGO
(Kiko Veneno)

José Ballesteros que siempre amasó a “puños”, en la “boca el horno”